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Facundo

evitar la efusión de sangre, aunque estuviese seguro de agregar un nuevo laurel á los que ya ceñían sus sienes, mandó al mayor Paunero, oficial lleno de prudencia, energía y sagacidad, al encuentro de Quiroga, proponiéndole no sólo la paz, sino una alianza. Créese que Quiroga iba dispuesto abrazar cualquier conyuntura de transación; pero las sugestiones de la comisión mediadora de Buenos Aires, que no traía otro objeto que evitar toda transación, y el orgullo y la presunción de Quiroga, que se veía á la cabeza de un nuevo ejército más poderoso y mejor disciplinado que el primero, le hicieron rechazar las propuestas pacíficas del modesto general Paz.

Facundo esta vez había combinado algo que tenía visos de plan de campaña. Inteligencias establecidas en la Sierra de Córdoba habían sublevado la población pastora; el general Villafañe se acercaba por el Norte con una división de Catamarca, mientras que Facundo caja por el Sur.

Poco esfuerzo de penetración costó al hábil Paz para penetrar los designios de Quiroga y dejarlos burlados. Una noche desapareció el ejército de las inmediaciones de Córdoba; nadie podía darse cuenta de su paradero; todos lo habían encontrado, aunque en diversos lugares y á la misma hora.

Si alguna vez se ha realizado en América algo parecido á las complicadas combinaciones estratégicas de las campañas de Bonaparte en Italia, es en esta vez en que Paz hacía cruzar la Sierra de Córdoba por cuarenta divisiones, de manera que los prófugos de un combate fuesen á caer en manos de otro cuerpo apostado al efecto en lugar preciso é inevitable. La montonera aturdida, envuelta por todas partes, con el ejército á su frente, á sus costados, á su retaguardia, tuvo que dejarse coger en la red que se le había tendido, y cuyos hilos se movíán á reloj desde la tienda del general.

La víspera de la batalla de Oncativo aun no habían entrado en línea todas las divisiones de esta maravillosa campaña de quince días, en la que habían obrado combinadamente en un frente de cien leguas. Omito dar pormenor alguno sobre aquella memorable batalla en que el general Paz, para dar valor á su triunfo, publicaba en el boletín la muerte de 70 de los suyos, no obstante no haber