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Página:Facundo - Domingo Faustino Sarmiento.pdf/154

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Domingo F. Sarmiento

co en hombres ilustrados, y dotado de un espíritu de empresa y de mejora que no hay en pueblo alguno de la Republica Argentina: era la Barcelona del interior. Este éspíritu había tomado todo su auge durante la administración de Videla Castillo. Construyéronse fuertes al Sur, que además de alejar los límites de la provincia, la han dejado para siempre asegurada contra las irrupciones de los salvajes; emprendióse la desecación de las ciénagas inmediatas; adornóse la ciudad; formáronse sociedades de agricultura, industria, minería y educación pública, dirigidas y secundadas todas por hombres inteligentes, entusiastas y emprendedores; fomentóse una fábrica de tejidos de cáñamo y lana, que proveía de vestidos y lonas á las tropas; formóse una maestranza, en la que se construían espadas, sables, corazas, lanzas, bayonetas y fusiles, sin que en éstos entrase más que el cañón de fabricación extranjera; fundiórense balas de cañón huecas y tipos de imprenta. Un francés, Charon, químico, dirigía estos últimos trabajos, como también el ensayo de los metales de la provincia. Es imposible imaginarse desenvolvimiento más rápido ni más extenso de todas las fuerzas civilizadoras de un pueblo. En Chile ó en Buenos Aires todas estas fabricaciones no llamarían mucho la atención, pero en una provincia interior y con sólo el auxilio de artesanos del país, es un esfuerzo prodigioso. La prensa gemía bajo el peso de diarios y publicaciones periódicas, en las que el verso no se hacía esperar. Con las disposiciones que yo le conozco á ese pueblo, en diez años de un sistema semejante hubiérase vuelto un coloso; pero las pisadas de los caballos de Facundo vinieron luego á hollar estos retoños vigorosos de la civilización, y el fraile Aldao hizo pasar el arado y sembrar de sangre el suelo durante diez años. ¡Qué había de quedar!

DOMINGO F. SARMIENTO El movimiento impreso entonces á las ideas no se contuvo, aun después de la ocupación de Quiroga: los miembros de la Sociedad de Minería emigrados en Chile se consagraron desde su arribo ul estudio de la química, la mineralogía y la metalurgia. Godoy Cruz, Correa, Villanueva, Doncel y muchos otros, reunieron todos los libros que trataban de la materia, recolectaron de toda la América colecciones de metales diversos, registraron los archivos chilenos para informarse le la historia del mineral de Uspa-