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Página:Facundo - Domingo Faustino Sarmiento.pdf/247

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Facundo

extraviados que asesinan cuando hay un tirano que los impulse á ello, son en el fondo malvados. Todo depende de las preocupaciones que dominan en ciertos momentos, y el hombre que hoy se ceba en sangre por fanatismo, era ayer un devoto inocente, y será mañana un buen ciudadano, desde que desaparezca la excitación que lo indujo al crimen. Cuando la nación francesa cayó, en 1793, en manos de aquellos implacables terroristas, más de un millón y medio de franceses se hartaron de sangre y de delitos, y después de la caída de Robespierre y del Terror, apenas sesanta insignes malvados fué necesario sacrificar con él para volver la Francia á sus hábitos de mansedumbre y moral; y esos mismos hombres que tantos horrores habían perpetrado, fueron después ciudadanos útiles y morales. No digo en los partidarios de Rosas, en los mazorqueros mismos hay, bajo la exterioridad del crimen, virtudes que un día deberían premiarse. Millares de vidas han sido salvadas por los avisos que los mazorqueros daban secretamente á las víctimas que la «orden» recibida les mandaba inmolar.

Independientes de estos motivos generales de moralidad que pertenecen á la especie humana en todos los países, la República Argentina tiene elementos de orden de que carecen muchos países en el mundo. Uno de los inconvenientes que estorba aquietar los ánimos en los países convulsionados, es la dificultad de llamar la atención pública á objetos nuevos que la saquen del circulo vicioso de ideas en que vive. La República Argentina tiene por fortuna tanta riqueza que explotar, tanta novedad con qué atraer los espiritus después de un gobierno como el de Rosas, que sería imposible turbar la tranquilidad necesa—ria para ir a los nuevos fines.

Cuando haya un gobierno culto y ocupado de los intereses de la nación, ¡qué de empresas, qué de movimiento industrial! Los pueblos pastores ocupados de propagar los «merinos», que producen millones y entretienen á toda hora del día á millares de hombres; los provincias de San Juan y Mendoza consagradas á la cría del gusano de seda, que con apoyo y protección del gobierno, carecerían de brazosen cuatro años para los trabajos agrícolas é industriales que requiere; las provincias del Norte entregadas al cultivo de la caña de azúcar, del añil que se produce espontáneamente; las litorales de los ríos, con la navegación