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«¿Diaonde este lujo sacás?»
La vieja, fula, decia,
Cuando gritó:—« ¡Avemaria! »
En la puerta, Satanás.
—« ¡Sin pecao! ¡Dentre señor! »
—« ¿No hay perros?»— ¡Ya los ataron! »
Y ya tamien se colaron
El Demonio y el Dotor.
El Diablo allí comenzó
A enamorar á la vieja,
Y el Dotorcito á la oreja
De la rubia se pegó.
—¡Vea al Diablo haciendo gancho!
—El caso jué que logró
Reducirla, y la llevó
A que le amostrase un chancho.
¿Por supuesto, el Dotorcito
Se quedó allí mano á mano?
—Dejuro, y ya verá hermano
La liendre que era el mocito.
Corcobió la rubiecita
Pero al fin se sosegó,
Cuando el Dotor le contó
Que él era el de la cajita.