los prejuicios confesionales — el que propuso al gobierno con mucha anterioridad a la respectiva ley, la formación de un registro de nacimientos, con la obligación de declararlos en un tiempo prudentemente establecido, y diferente en la capital y en los departamentos, y un registro de defunciones, con un médico ad-hoc que certificaría los óbitos, con prescindencia del facultativo particular, y sin que las parteras ni los tenientes alcaldes pudiesen expedir atestados de muerte.
Sus datos y sus cuadros estadísticos proporcionaron elementos básicos y seguros — ignorados hasta entonces — para que el gobierno, y especialmente las oficinas de rentas y recaudaciones pudieran proceder con pleno conocimiento de causa. Su libro, que lleva por título “La República Oriental en la Exposición de Viena de 1873”, ha sido llamado, con todo acierto, “verdadero cuadro donde con el elocuente testimonio de las cifras nuestra patria se presenta a pedir un puesto entre los factores de la civilización universal”.
De avanzadas ideas y masón militante y observante, editó un almanaque masónico y escribió numerosos opúsculos de propaganda liberal. Merced a sus empeños, asimismo, la traducción española de la Vida de Jesús, de Renán, confiada a la pluma de Agustín de Vedia, pudo salir a venta en Montevideo, la primera — en cualquier idioma — del famosísimo cuanto discutido libro, el mismo año 1863 en que apareció en París.
La mala fortuna de los negocios llevó finalmente a Vaillant a circunscribir sus tareas a una oficina pública, que siendo de naturaleza acorde con sus inclinaciones y sus especiales conocimientos, no constituía el campo digno de sus méritos.
Murió en la jefatura de Estadística el 12 de marzo de 1881, tan pobre que el Estado tuvo que costear los gastos del entierro.
Desde años atrás el gobierno de Francia lo había distinguido con la Legión de honor.
VALENZANI, PEDRO
Pintor italiano, nacido en Milán el 8 de octubre de 1837, que vino con sus padres a la República a la edad de veinte años y vivió entre nosotros casi medio siglo, sin abandonar el trabajo, ni aún en los días de su vejez, pobre y atormentado por falta de salud.
Aunque mozo, traía de las escuelas de su país cierta preparación básica en materia de dibujo y pintura, que luego cultivó y pudo ampliar, en empeño de hacerse una carrera con que ganar la subsistencia.
Sus conocimientos en dibujo, colorido, perspectiva y composición nunca alcanzaron a completarse, pero fueron bastantes para que sus cuadros le dieran cierto rango entre los artistas vinculados al país.
Autor de gran cantidad de medio-
