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VILLALBA, TOMÁS

Primer magistrado de la República como presidente del Senado en ejercicio del Poder Ejecutivo, desde el 15 de febrero de 1865 hasta el 21 del mismo mes. Ministro, legislador y alto funcionario público. Nacido en el pueblo de Dolores el 9 de diciembre de 1805, era hijo de Antonio Villalba y Cova, natural de Galicia y de Bertolina Albin, oriental.

En 1829 inicióse en la carrera administrativa como oficial auxiliar del Ministerio de Gobierno y Relaciones Exteriores, puesto que ocupó hasta el 31 de diciembre del año siguiente. En la guerra civil de 1836-38 permaneció fiel al servicio de las autoridades constituídas y en los 9 años de la Guerra Grande tuvo importantes cometidos que se le dieron por el gobierno del Cerrito, sirviendo en la Jefatura y Comandancia militar de Colonia en 1846. Pero fué después de la pacificación de octubre del 51, cuando un clima de paz era propicio para los hombres como Villalba, que empezaron a quedar de manifiesto sus dotes de organizador y de verdadero hombre de gobierno. Nombrado Jefe Político de Colonia por el presidente Giró el 19 de abril de 1852, tuvo iguales funciones en Soriano y permaneció en ese cargo hasta noviembre de 1853, en que por su propia voluntad hizo abandono del destino dimitiéndolo ante el gobierno provisorio, que le dió por sucesor al comandante Timoteo Domínguez.

Su administración resultó excelente, tanto por las atinadas ordenanzas de que fué autor, como por el orden que supo imponer en todos los ramos. El general Flores, llegado a la Presidencia de la República, le hizo justicia, y no obstante tratarse de un adversario político, confió a Villalba la Jefatura Política de Cerro Largo, por decreto de 10 de junio de 1854. Allí, en campo menos trillado y más vasto, la capacidad del nuevo jefe quedó ampliamente de manifiesto.

Sus circulares del mes de agosto constituyen un ejemplo, señalando normas y deberes a los comisarios, tenientes alcaldes, jueces de paz, etc.

Reglamentó el trazado de las calles de la población de Melo, dándoles un ancho de 18 varas, sin cuidarse que algunas casas quedasen fuera de línea, confiando al futuro la tarea de subsanar esos defectos.

Con clara visión de su cometido ceñía a lo general y lejano, lo pequeño, particular e inmediato.

En otra esfera intervino con invariable energía para impedir los crímenes de los bandidos fronterizos del Brasil, que robaban gentes de color en territorio nacional, que luego vendían como esclavos en el Imperio. La audacia de estos piratas de tierra era tanta, que sus desmanes se hacían sentir hasta el departamento de Durazno. Logró Villalba hacer efectivos muchos rescates, gracias a su energía y al empeño que inculcó a todos los funcionarios de su de pendencia en la noble defensa del género humano.

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