Carpintería, librada el 19 de setiembre de 1836, con desfavorables resultados para los revolucionarios, que se vieron en el caso de trasponer la frontera del Brasil. Sólo algunos jefes riveristas como José M. Luna y Luciano Blanco quedaron en armas en nuestro territorio y Britos tomó a su cargo la tarea de perseguirlos y batirlos donde pudiera. EI 11 de noviembre, por enfermedad del general Ignacio Oribe, recibió la designación de Comandante General de Campaña, cargo que ya había desempeñado interinamente en el mismo mes del año anterior.
Los revolucionarios volvieron al territorio, repasando el límite del Imperio y el 28 de junio Rivera se vió obligado a librar batalla a las fuerzas reunidas de los generales Oribe y Lavalleja que constituían el único ejército gubernista y las cuales se hallaban bajo el mando del primero, reintegrado a la jefatura del ejército desde el 19 de febrero.
En esta ocasión la suerte favoreció al caudillo revolucionario, que obtuvo en los campos de Palmar, Paysandú, el 15 de junio de 1838, una victoria decisiva.
Ignacio Oribe perdió la batalla cuando parecía estar ganada y fueron inútiles los esfuerzos heroicos de Britos para bascular la victoria hacia su bando ; pero deseoso de atenuar la responsabilidad propia, el general en jefe le culpó del desastre, con evidente injusticia.
Después de la derrota, Oribe se retiró rumbo a Paysandú con alguna fuerza, acompañado de su general. Cuando estuvieron en aquella población surgió una grave disidencia entre ambos militares y Britos, embarcado en la goleta nacional “Minerva”, mandada por el capitán graduado Leonardo Donati, emprendió viaje, gravemente enfermo, rumbo a Montevideo.
Parece que temeroso de que el general simulase una gravedad que no tenía, con propósito de cambiar de ruta por el camino, Ignacio Oribe ordenó que lo trajeran engrillado.
El 1° de julio de 1838, Britos dejó de existir y por los términos de la nota en que se da cuenta del deceso, puede afirmarse que murió en el puerto de Montevideo o muy cerca de él.
Este fallecimiento inesperado y las especies derivadas de la derrota de Palmar, dieron asidero a tal cantidad de rumores, que el gobierno se apresuró a esclarecer la verdad, determinando que el cadáver del general fuese autopsiado por una junta de facultativos, los cuales a raíz del examen, declararon como causa mortal el recrudecimiento de una antigua afección vesical.
Las acusaciones hechas al general Britos sobre su conducta en la batalla de Palmar, fueron rebatidas enérgicamente una vez desaparecido, por su hermano político, el coronel Ramón de Cáceres, que a su turno imputó el desastre a la incapacidad militar del general Ignacio Oribe, en prosa desabrida y de marcado personalismo.