por sus corifeos estremecen á la humanidad; todavía se recuerdan con horror los nombres de Blasito, Gai, Otorques y alguno más. Baste decir que el terror subió á tal punto con el espectáculo de las víctimas enchalecadas ó desolladas vivas, que creció la hierba en las ventanas de la capital; familias enteras vivían aisladas, incomunicadas en sus habitaciones, sin abrir de miedo las puertas ni las ventanas.
» Con todo, José Artigas continuaba siendo el ídolo de las multitudes y su prestigio era cada día mayor. La plebe le aclamaba, la muchedumbre le aplaudía; solamente desde lejos se atrevían algunos á censurar sus actos. Jamás se ha visto en Montevideo una popularidad tan grande como la suya.
» Sin embargo, siendo ya intolerables sus desafueros, el cabildo de Buenos Aires le declaró fuera de la ley; pero la proclama del cabildo que contenía tal declaración fué quemada á los dos meses por mano del verdugo, al mismo tiempo que se declaraba á Artigas patriota benemérito.
» Ensoberbecido el gaucho oriental con las caricias de la mudable fortuna, creyó que él era arbitro del destino y que podía oprimir el suelo patrio como los lomos de su caballo de guerra; pero la fortuna es tornadiza, por no desmentir su sexo, y pronto volvió la espalda al que había sido su amado más favorecido.
» Habiendo atacado Artigas, de improviso, á la división portuguesa que estaba de observación en la frontera del Brasil, dió motivo á una invasión formidable que acabó en breve tiempo con la influencia y fuerza del caudillo. Artigas fué derrotado en 1817, aprendiendo entonces cuan poco duraderas son las simpatías, cuan poco firmes las devociones, cuán míseras las adhesiones de los que rinden culto al hombre y no á la idea, al éxito y no al hombre.
» Derrotado Artigas y desconocido en la hora del infortunio por sus mismos partidarios, por sus propias criaturas, por sus más fervientes colaboradores, abandonó para siempre el suelo ensangrentado por sus caprichos, refugiándose en el Paraguay.
» El doctor Francia, aquel sombrío tirano que es otro enigma de la Historia, sabía de sobra con quién tenía que