Página:Finke Mujer Edad Media.djvu/162

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familias reinantes fué un hecho absolutamente excepcional, y debido de ordinario a excitaciones de la Curia romana. Margarita Ebner, conocida por su correspondencia con Enrique de Nórdlin- gen en el siglo xiv, apoyó con calor a Luis el Bá- varo. Por lo demás, la aparición de figuras feme- ninas, como la doncella de Orleans, fueron en la Edad Media, como ahora, hechos insólitos. Gran solicitud desplegaron las princesas en la administración de la corte y de su patrimonio. La mayor parte de las soberanas tuvieron asig- nado un patrimonio especialmente suyo con el personal de funcionarios adscritos a su adminis- tración, frente a los cuales tenían las mismas atribuciones que el rey sobre los suyos. La can- cillería de las reinas de Aragón nos ha trasmiti- do una serie de volúmenes de diferentes épocas. Es de pensar que el rey tuviese reconocida una inspección sobre aquellos asuntos, pues más de una vez los reyes modificaron y simplificaron el personal de la casa de sus cónyuges. Tan dife- rentes menesteres no dejaron, sin duda, mucho tiempo ociosas a las soberanas. Si durante este ocio, aunque fuera corto, prefirieron los goces literarios, las meditaciones religiosas o el recreo de la sociedad, no nos lo dicen casi nunca las fuentes medievales. Sólo más tarde, al llegar el Renacimiento, adquirimos mejores informes.