Villemain dice, que admirada en las Academias y rodeada de homenajes debidos á su talento, la hermosa Avellaneda no hace brotar de sus versos, sino sentimientos de virtud, de glorias y de patriotismo.» (Villemain, Prólogo á las obras de Píndaro).
La Avellaneda recorrió con igual tino y maestría los géneros más difíciles de la Literatura, desde el verso bucólico, hasta el épico, de la oda á la anacreóntica; todo lo abarcó y en todo sobresalió.
«Si con sus novelas «Sab», de costumbres, y «Espatolino,» romántica,-dice otro biógrafo,- probó que pudiera haber sido á la vez, nuestro Goldsmith y nuestro Hugo, con sus odas «Al mar», «La luna», «A mi jilguero», A un niño dormido», «Paseo por el Betis», se igualó á Tíbulo y á Meléndez, mientras con sus dramas «Alfonso Munio» y «Baltasar», se alzó á ľa altura de Racine y de Corneille.
También en el espinoso género de la oda clásica, entre las que descuellan el canto «A la Cour»; elegía «A la muerte de Heredia»; «A Napoleón, traducida del francés y superior al original, ha ganado envidiables laureles.
La sola relación del caso siguiente, hará comprender la flexibilidad y alcance de su talento.
En 1845, se abrió en el Liceo de Madrid un certamen literario, proponiendo un premio á cada una de las dos odas que más dignamente encomiasen la clemencia de la reina, en oca