hemos obviado esta irregularidad, que no hemos podido evitar del todo, remitiendo al lector á los pasajes donde esas reglas se hallan expuestas.
Podíamos haber escogido ejemplos mas sencillos; pero en nuestro empeño de fundar las reglas que aquí consignamos en las observaciones detenidas y prolijas que hemos hecho del lenguaje que usan los indios de estas regiones, hemos sacrificado en parte la lógica y claridad del método á la originalidad de la obra y al deseo de ofrecer un texto que responda á la naturaleza del idioma. Creemos que un trabajo de esta índole se recomienda más por la acertada selección de principios y reglas, hijos del estudio y del examen, que por el despliegue del ingenio y por un excesivo lujo de método y erudición.
Hemos añadido al texto unas pocas lecturas en mapuche, que nos servirán de ensayo para un tomo separado de ellas, que, con el título de «Narraciones y Cuentos», daremos á luz si lo permiten nuestros recursos.
Los tipos que nos han servido para representar ciertos sonidos propios de la lengua, son casi los mismos de que hace uso en sus «Estudios Araucanos» el renombrado lingüista y Profesor de Estado, Dr. Dn. Rodolfo Lenz, con quien nos consultamos antes de decidirnos á adoptar esos caracteres. Talvez esos signos son deficientes; pero hemos debido contentarnos con ellos por la gran dificultad de obtener una fundición de tipos especiales. Fácil es criticar á este respecto, pero difícil acertar.
La é muda, siguiendo al Dr. Lenz, la hemos representado por una «e» invertida.
Se hace casi indispensable el uso de este signo para la debida pronunciación de ciertas palabras compuestas exclusivamente de consonantes, como p. ej. mətrəmn [1] y de otras en que se siguen inmediatamente un gran número de ellas, como v. gr. l·aŋəməñmaŋen[2].
En las palabras que tienen sonido de «f» hemos hecho