(fractura expuesta), y por esto debe examinarse al caído antes de levantarlo y no hacerle apoyar sobre la fractura ó luxación.
Las fracturas expuestas son incomparablemente más peligrosas que las fracturas simples, porque hay siempre una fuerte contusión de la piel, de los demás tejidos, vasos sanguíneos, etc., y porque, á menudo, las sustancias sucias (sépticas) penetran en la herida y son difícilmente extraídas, causando estragos la infección, lo cual es una de las complicaciones tardías más gravez de la fractura (lámina 35).
Entre las complicaciones de la fractura, es la entorsis ó luxación de las articulaciones vecinas y del cual no se puede distinguir. En las fracturas de los huesos de la cabeza y tronco puede haber conmoción ó laceración de los órganos subyacentes, como en las grandes contusiones; como sucede en las fracturas de los huesos del cráneo, puede lesionarse el cerebro; en la de las costillas: los pulmones, corazón, hígado, etc. Muy difícil es distinguir una fractura que está situada cerca de una articulación, en que se confunde con una luxación ó es concomitante; por eso, debe tratarse de igual manera.
La naturaleza cura la fractura por la formación de nueva sustancia ósea (cal, callo), en los fragmentos óseos puestos en contacto y que acaba por unirlos (lámina 36) al cabo de quince, veinte o veinticinco días por lo general. Esta sustancia de nueva formación es al principio muy blanda; pero, poco á poco adquiere la dureza del hueso, según la longitud y el espesor del hueso y según la edad del individuo, en el espacio de dos, cuatro y seis semanas.
Si durante este tiempo, las extremidades óseas han sido constantemente mantenidas en su posición normal, la una frente á la otra, la curación tiene lugar sin dejar después deformaciones (lámina 36-a); pero, si esta inmovilidad no ha sido convenientemente guardada, el miembro fracturado se cura con una deformación oblícua (lámina 36-b) ó acortada, ó la producción en el sitio de la fractura de una movilidad persistente (pseudo-artrosis);