LITERARIA Y SOCIAL DE LINÁ BECK BERNARD 25 AAA AAA
Beck Bernard dedica a «La fiesta de Nuestra Señora de Guadalupe». Nos habla en primer término de la peregrinación que anualmente se realizaba en el mes de febrero y que se la invocaba en las circunstancias más diversas.
Una promesa a la Virgen de Guadalupe, servía para obtener cualquier gracia. Esta virgen tenía una gran reputación entre la gente del país, porque siempre había respondido.
La Capilla que le habían levantado, estaba algo retirada de la ciudad. Por eso el día de la fiesta se procuraban vehículos. Los hombres y las mujeres jóvenes iban a caballo y las personas más ancianas utilizaban las antiguas carrozas, tiradas por cuatro o cinco caballos al galope, guíados por un gaucho. También inter- venían las altas carretas, de dos ruedas inmensas, tiradas por seis bueyes. Sobre la carreta iba la familia con sus mejores atavíos y en la barra transversal un muchacho con una picana.
Los gauchos con su típica indumentaria y sus caballos rica- mente adornados con placas de plata cincelada, animaban los grupos, por su actitud varonil y por la belleza de sus monturas.
El camino que conducía a la Capilla de Guadalupe, carecía de arboleda y ese día estaba lleno de una muchedumbre pintoresca, abigarrada y entusiasta, que hablaba, gritaba y reía.
Así se llegaba a la Capilla que tenía muros blancos, con una torre cuadrada. Arriba de la portada había una pequeña cúpula árabe, de estilo mitad morisco y mitad cristiano. Todo alrededor había una larga veranda sostenida por pilares de madera de que- bracho esculpido. En el patio se erguían una inmensa palmera y algunos naranjos. s
Un poco más lejos, se apercibía la playa cubierta de arena dorada de la Laguna Grande del Salado, inmensa y majestuosa.
Esta laguna tenía sus leyendas y tradiciones. La autora relata algunas en su libro.
La muchedumbre invadía pronto la Capilla, la que estaba decorada al estilo de los edificios religiosos españoles del Siglo XVIL
