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El canto de las sombras

Y una vez que el boscaje como un palio flotaba, por saber si era mío, por saber si me amaba, no salí de sus cuerdas al quejoso llamado. Si era flor lo quería cual la flor deshojado.

Y eruzó aquella noche del ¡adiós! presentido, cual la hora del beso al dintel del olvido.

TII

Ha pasado el idilio. Tras la oscura persiana sufro mucho y recuerdo... Triste nota lejana de una música muerta trae el eco perdido. Y hoy viviendo la ausencia ¡tarde sé que he querido!

¿Fué la dicha precaria, fué el adiós prematuro; más que importa ál que vive de un ensueño tan puro que el incienso se apague sobre el mármol de hielo? ¡Para nupcias de almas hay los templos del cielo!

Ya no vá mi trovero por los suaves jardines; se ha dormido eñ un lecho de mortuorios jazmines, blanco, extático, solo, ¡como yo lo quería! Mustia y pálida estrofa de mi larga elegía.

Y hoy transcurren las noches, cada vez más desiertas, cual la hora del llanto en las lápidas muertas.


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