El canto de las sombras
la larga despedida a la distancia, como si allá, bajo el techumbre de hojas, todas las impresiones se quedaran!
TI
La senda que tan suave palidece a la caricia de la bruma alada, me hace pensar a tiempos, que me lleva a un mundo de venturas ignoradas; y llena de profundas timideces, cada vez más nostálgica, me interno entre los solos eucaliptos, como una monja por un claustro de almas.
Ya Diana, en la tristura de su ensueño me mira, a los ramajes asomada. Recuérdame una novia enternecida en la hora nupcial, mística y blanca, aguardando las dulces bendiciones entre el sedante pliegue de sus gasas. Se han nevado las curvas del camino, como aludes de plata en las hojas palpita tembloroso el lloro de su nítida mirada; y deshebrando las copiosas trenzas, así, como una hermosa circasiana, en cada hueco donde hay sombra, pone un azahar que de su nimbo arranca.
TrmHI
Duermen las codornices, se han dormido mis candorosas garzas y mis palomas lúgubres, aquellas que subidas al hombro, me besaban, se han postrado en su nido; hoy no me buscan mis inquietas hermanas... Pero me aguarda el perro todavía ; sobre la senda pálida me ha sentido llegar
— 129