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El canto de las sombras

Esa sombra solariega que cruzaba por las tardes la alameda de eucaliptos, la mirada dolorosa de aquel joven que moría por un sueño consumido.

Ah! la mano levantada tras los cercos alejados. ¡El adiós de los amigos! Las queridas remembranzas en los días Iloviznosos, cuando tiemblan los. plantíos.

El dormido camposanto con- sus tétricos. cipreses !

El quedar de los que han sido!

El hogar de nuestros padres con sus viejas madreselvas! El recuerdo más divino!

El gorjeo rumoroso de los pájaros felices en sus nidos guarecidos. Oh! las vagas elegías de los soplos otoñales en el polvo del camino...

La ventana somnolienta de la joven maestrita , que murió por un olvido; la carroza que llevaba su ataud al cementerio y era blanca como un lirio.

Ah! el antiguo camarada que partió un lejano día de la aldea, pensativo. El quejoso campanario que aún a muerto está tocando sobre el pálido camino...

La visión de nuestra madre... de esa: madre ya encorvada que el Señor nos ha pedido, y que tanto nos amaba... ¡La palabra enternecida que muriéndose nos dijo! ]

Ah! la marcha negra y larga de los pobres olvidados, de los vagos peregrinos. La canción de los recuerdos en las noches del invierno, cuando lloran los caminos...