El canto de las sombras
Del záfiro-turquí del firmamento las nubes, cual beatíficas zagalas, huyendo a los abrazos vespertinos remontan, impalpables, la distancia.
Y tras las celosías del plantío que corre la penumbra de sus varas, semeja el ancho curso del arroyo un mónstruo que en la bruma se aletarga.
Záfiro
La sombra visitante está en camino; se enferma la natura al divisarla, y sus crespones, indistintos, visten los cipreses, el monte y la comarca.
El cisne se ha esfumado en el paisaje, también la fronda su murmurio acalla, y todo deja de vivir la vida cuando las nieblas a imperar avanzan.
Ya no lloro mis penas. Sobre el banco dormida estoy y sueño. Tiernas arpas cantando susurrantes mis amores vibran suspensas de movibles ramas.
Y vivo el imposible con mi sueño; mientras despierta por el mundo anda la noche que enjugando su rocío, está llorando como yo lloraba.