El canto de las sombras
HIADES DE MI TIERRA I
Sangrando están los ceibos en la ribera del Uruguay que pasa semiextasiado, y se oye en el follaje la voz parlera del viento que dialoga con lo ignorado.
De la fragante loma, por la ladera descienden los rebaños y en su cayado se apoya el pastor viejo, que inquieto espera la aparición siniestra de algun venado.
TI
Las toscas afelpadas que a cortos trechos sacan a ras del agua sus brazos lisos, hacen musgosos bancos bajo los techos de sauces, araucarias y paraísos;
Y en tanto que la tarde cubre sus pechos cual núbil muchachuela, con ténues visos, volviendo a los barrancos buscan sus lechos los tardos jabalíes y los erizos.
Tr
Ya en el violáceo tono de aquel momento su talle de esmeralda conmueve el río; como un lagarto mónstruo que ondula lento, tornando a las cavernas algo tardío.
Vésper está en lo alto del firmamento y mientras argentea sobre el plantío, una piragua sale de su aislamiento, porque aún vive el charrúa del suelo mío.
— 38 —