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El canto- de las sombras

LA TRAMA ETERNA

Amor: todos me cuentan que eres chico atrevido, que tienes alas blancas y te llaman Cupido, que llevas una aljaba y sin tregua te ensañas en ir tirando flechas derecho a las entrañas.

Me dicen que de noche costeas los jardines, que estás sobre las plantas y sobre los violines de ritmos anhelante, de aromas embriagado, haciendo redes de oro en las que has encerrado alas de corazones que vivían libertos. Que tienes muchas víctimas entre vivos y muertos, y sin embargo reinas feliz y agasajado - y hay quien después del polvo, sediento te ha llamado.

Y prosiguen que vienes en literas de rosas, y que te hacen cortejo temblantes mariposas de las cuales concedes a tus esclavas una que se muere cuando ellas viven de miel la luna.

Pero yo pienso mucho, reflexiono y medito «que no eres como aquellas leyendas que han escrito Si fueras inocente y alma de niñerías, así no traicionaras, así no mentirías.

Y te imagino un viejo, por mis cavilaciones, con una bolsa inmensa donde las ilusiones se van como mendrugos, apilándose lentas, o para agotar la crisis de tus horas hambrientas.

Me forjo tu figura una sombra encorvada, no ese querube alado de la noche lunada que palpita en las sendas y se duerme en las flores; si así fueras no habría quien se muere de amores.

Y te creo habitante de un antro muy profundo donde sin tregua dejas, volviendo de aquel mundo, ternuras que cautivas, corazones que encierras y juventudes vivas que sin cesar entierras.

_Por eso, Amor amigo, no quiero ser tu amiga; ni oír lo que tu labio confidente me diga. Si es que ya en otro tiempo en tu red no he caído... Déjame que recuerde... y es Verdad, ¡he querido!