El canto de las sombras LA CANCION DE LAS NUBES
La muerte
La tarde, de rodillas, besaba sus ojeras azules, de cristal; y en la ventana abierta el viento que era un monje leíale el misal.
Los lirios musitaban, responsos de querubes temblando en el jarrón, y un vaho de perfumes subía a las estampas, ahumando una ilusión.
Cuando la luz muriente unióse a su agonía, y fué un anochecer, aquel imperceptible crepúsculo de vida y el otro oscurecer...
Cogió mis rosas blancas, abrió sus ojos puros, y en esa santa paz me miró mucho... mucho... ¡Para no verme más!
El recuerdo
Llueve; como la tarde que te fuiste, la lluvia va dejando en las rosas una lágrima azul. ¡Oh! mi eaheza vubia,
cuanto te parecías a este tiempo sin luz.
Como una sombra hlanea del cielo de mi vida,
eruzaste temblorosa mis jardines en flor; cuando estabas dormida
te imaginé una nube caída tras el sol.
- Y -