cosa de grandísima deidad; porque de allí adelante las tienen en suma veneracion, y así las comen por cosa sagrada. Si al tiempo que atormentaban al triste hizo alguna señal de sentimiento con el rostro ó con el cuerpo, ó dió algun gemido ó suspiro, hacen pedazos sus huesos despues de haberle comido las carnes, asadura y tripas, y con mucho menosprecio los echen en el campo ó en el rio; pero si en los tormentos se mostró fuerte, constante y feroz, habiéndole comido las carnes con todo el interior, secan los huesos con sus nervios al sol, los ponen en lo alto de los cerros, los tienen y adoran por dioses, y les ofrecen sacrificios. Estos son los ídolos de aquellas fieras, porque no llegó el imperio de los Incas á ellos, ni hasta ahora ha llegado el de los Españoles, y así estan hoy dia. Esta generacion
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