solo reconocido por algunos pocos Indios montaraces, revoltosos y sanguinarios, parece que naturalmente deberá ocupar un lugar posterior en orden á su rebelde antecesor y tio Tupac Amaru con quien concluye su historia Garcilaso.
En quanto a la ortografia he procurado cuidadosamente observar las sabias leyes que juiciosamente nos prescribe la Real Academia de la Lengua Castellana; y puedo asegurar sin amor propio que en esta parte lleva mi edicion mucha ventaja á las anteriores, como puede convencerse el curioso que teniéndolas todas se quiera tomar el molesto trabajo de cotejarlas.
Tambien me he tomado la licencia de suavizar algunas voces poco conformes á nuestra prosodia actual, y por consiguiente muy asperas y desagradables á nuestros oidos; pero esto ha