allí lo sacase, para que no pereciese de hambre y de sed, que le parecia muerte mas cruel que haber muerto ahogado, porque es mas breve. Así pasó la primera noche llorando su desventura, tan afligido como se puede imaginar que estaria un hombre puesto en tal estremo. Luego que amaneció volvió á pasear la isla, halló algun marisco que salia de la mar, como son cangrejos, camarones y otras savandijas, de las quales cogió las que pudo, y se las comió crudas, porque no habia candela donde asarlas ó cocerlas. Así se entretuvo hasta que vió salir tortúgas: viendolas lejos de la mar arremetió con una de ellas y la volvió de espaldas; lo mismo hizo de todas las que pudo, que para volverse a enderezar son torpes; y sacando un cuchillo que de ordinario solia traer en la cinta, que fue el
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