La cruz de Quetzalcóatl.
Existe en la iconografía del Anáhuac un símbolo que es constante desde los olmecas hasta los mexicas. Una cruz o equis que se encuentra presente en la mayoría de las llamadas “obras de arte” del México antiguo. Esta cruz generalmente se ubica en la frente, en el pecho o en el plexo solar, si se trata de una figura humana. Si es un diseño geométrico, generalmente se encontrará en los puntos fundamentales. Esta cruz se conforma por dos ejes que dividen al espacio y al cuerpo humano a través de dos líneas que se cruzan en el “ombligo de la tierra” o en el ombligo humano.
“Esta Cruz, llamada de Quetzalcóatl, tiene el valor de punto central y, como simboliza el recuentro del cielo y de la tierra. Bajo este aspecto, el quincunce está abundantemente representado.” (Laurette Séjourné. 1957)
La primera línea imaginaria dividía al cuerpo humano en dos mitades. Del ombligo a la cabeza era la representación del cielo y se simbolizaba con un ave. Simbólicamente tenía dos órganos que representaban la aspiración de la elevación, encarnado la máxima aspiración espiritual: el cerebro y el corazón. La segunda parte del ombligo a los pies, representando la tierra y siendo simbolizado por una serpiente. Tenía dos órganos que encarnaban la energía que une al ser humano con la tierra y el mundo material: los riñones y los genitales.
De modo que el ser humano, filosóficamente es el puente que une a los opuestos complementarios. Como lo decían los Viejos Abuelos poéticamente, “donde se besaban la tierra y el cielo”. Al ave la representaron generalmente a través de un quetzal, un águila o una guacamaya. Al animal que representaba a la tierra se le simbolizó con una serpiente, que en lengua náhuatl se nombra Cóatl. De modo que El “Quetzal-cóatl”, representa una figura filosófica espiritual, que está en nuestro ser y que podemos llegar a encarnarla a través del equilibrio de nuestra parte espiritual con nuestra parte material. El ser humano es punto de contacto entre lo divino y lo mundano, entre la materia y el espíritu, entre el cielo y la tierra.