Narváez se creía invencible, mandó a un notario, un capellán y cuatro hombres armados a acordar la rendición de Veracruz al mando de Sandoval, quien a su vez los mandó a Tenochtitlán. Cortés los deslumbró con la ciudad, que en ese momento estaba a sus pies y los regresó cargados de oro, en calidad de cómplices para subvertir a la expedición de captura y que más tarde se pasarán con él por el oro ofrecido y prometiéndoles infinitas ganancias. La misión se logró con mucho éxito. Insistimos, para comprender la historia, hay que entender que los españoles[1] no eran soldados adiestrados y disciplinados. Eran parias en busca de fortuna y todas las atrocidades y traiciones, que hicieron contra los indígenas y como entre ellos mismos; solo demostraba la calidad humana, moral y ética, que guió todos sus actos en la Conquista y la Colonia.
“La sorpresa, de hecho, no existió sino para Narváez: cuando Cortés atacó por fin Cempuala en una noche de tormenta, aunque un centinela los había puesto sobre aviso, los de Velásquez apenas si quemaron una poca de pólvora para salvar las apariencias, celebrando al día siguiente su derrota con tanto descaro de pífanos y tambores que hasta sus vencedores llegaron a sentirse molestos.” (José Luis Guerrero. 1990)
La historia hispanista dice que Cortés salió de Tenochtitlán y dejó a Alvarado al mando de los hombres que se quedaron en la ciudad de Tenochtitlán. Esto, para lavar las manos de sangre y de torpeza criminal al conquistador, pues según esta versión afirma que cuando Cortés estaba en Veracruz, la nobleza mexica le pidió a Alvarado permiso, para realizar una festividad en Templo Mayor de Tenochtitlán. Por la tarde llegaron más de cinco mil mujeres y hombres, la clase dirigente, ricamente ataviados con oro y totalmente desarmados, para bailar en la gran plaza. Los españoles al ver esto, mandaron cerrar las cuatro puertas de la plaza amurallada y a cuchillo mataron a mujeres y hombres para despojarlos de sus joyas.
____________________________________
- ↑ Es necesario hacer una aclaración. Cuando nos referimos en la historia de la conquista y la colonización de “los españoles”, no nos referimos al noble pueblo español de ayer y de hoy. En cambio nos referimos a un puñado de facinerosos delincuentes que escribieron con sangre e injusticia una de las más tristes páginas de la historia humana.
210