En efecto, el verdadero artífice de la derrota de los mexicas fue Ixtlilxóchitl y no Cortés, sencillamente porque para 1520 Cortés no tenía las posibilidades para comandar a casi medio millón de anahuacas que se enfrentaron a los mexicas, toda vez que no tenía la posibilidad de comunicarse clara y explícitamente en lengua náhuatl y no conocía las estrategias y tácticas guerreras de los anahuacas. Las dificultades de las diferencias culturales, lingüísticas y guerreras hacían imposible que Cortés o cualquier español pudiera comandar a los ejércitos tlaxcaltecas, texcocanos, xochimilcas, etc., que se pusieron del lado de los españoles.
Ixtlilxóchitl fue el que comandó a los cientos de miles de guerreros anahuacas, el que ordenó el corte de agua que abastecía a Tenochtitlán y sobre todo, el que planeó el rescate de los españoles de Tenochtitlán, cosa que la historia oficial hispanista calla. Ixtlilxóchitl la madrugada de la huida atacó primero por agua a los mexicas, de modo que al contraatacar los españoles pudieron salir del sitio. Ixtlilxóchitl también mandó a un ejército de cien mil hombres a proteger la retirada española en los llanos de Otumba. Cortés en la desesperación, pues había perdido la artillería y a la mitad de los filibusteros, quienes se ahogaron al caer al agua debido a que venían cargados del oro que se habían repartido en la víspera, ordena cargar contra el ejército que los iba a recatar. Los texcocanos retroceden y la historia hispanista toma este hecho como una de las más grandes victorias de Cortés.
Gracias a Ixtlilxóchitl los españoles se refugiaran en Tlaxcala y no los persiguieron y acabaron los mexicas. Otro mito es que Cortés y sus hombres armarán y construirán tres barcos, para asediar con posterioridad a Tenochtitlán. Las naves fueron mero adorno en la batalla de Tenochtitlán porque el lago tenía muy poca profundidad y las técnicas de lucha se daban en miles de pequeñas canoas de uno y otro bando. El arma más poderosa de los invasores fue la viruela. Nunca en el Anáhuac se había sentido una catástrofe de las dimensiones que tuvo esta pandemia. Poco hablan “las fuentes hispánicas de Ixtlilxóchitl y de la viruela”, para presentar a “los
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