Página:Historia de Cristóbal Colon y de sus viajes - Tomo I (1858).djvu/213

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guardian de la Rábida, tranquilizando y dando estímulo á los apocados; mas en ninguna parte se vé á Colon. Aquel que tanta actividad desplegó en sus viajes posteriores, atendiendo hasta á sus mas insignificantes detalles, esta vez parecia no preocuparse nada de los preparativos de su empresa.

Comprendiendo, que como estranjero era en vano hacer uso de su elocuencia, que no se tenia fé en él, que estaba imposibilitado de organizar á su satisfaccion su estado mayor y la maestranza, lo mismo que de enrolar su marineria, y que no podia por menos que admitir aquello que los apremios y los escasos recursos de Palos pusieran á su disposicion, aceptaba con la mas completa abnegacion cuanto le deparaba la divina providencia. Su principio era no tentar á Dios, no violentar las circunstancias, sino sufrirlas con resignacion, y utilizar todo lo que se encontrara en el dominio del hombre. Sentia una confianza en su corazon, que le daba fuerzas para soportar las contrariedades, para no preocuparse de nada esterior, y permanecer tranquilo en su caro claustro, cuna de su destino, y en el que halló un amigo incomparable, el mas leal y verdadero que tuvo jamas. Convencido de que su mision se cumpliria, no abandonaba sus ejercicios espirituales, limitándose tan solo á echar de vez en cuando su intelijente mirada sobre los trabajos del armamento, que los Pinzones vijilaban con tanta mas asiduidad, cuanto que estaban interesados en el éxito de la espedicion; pues los tres hermanos, y en particular el menor, á ruego de Fr. Juan Perez, habian anticipado á Colon la octava parte del gasto total que debia satisfacer.[1]

En una de sus apariciones entre los calafates descubrió Colon un espediente, inventado por Rascon y Quintero, para libertarse de aquel viaje, que los espantaba. Consistia este en que habian dispuesto de tal

  1. Herrera. Historia jeneral, etc., decada I. lib. I. cap. IX.