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El 24 de Octubre á media noche, el almirante mandó levar anclas, para darse á la vela para Cuba, siguiendo las indicaciones de los indíjenas que venian á bordo, y poniendo de consiguiente la proa al OSO. Soplaba con bastante fuerza el viento; mas con la llegada del dia aflojó y comenzó á llover. Despues de las doce tornó la brisa, pero lijera, y á todo trapo siguió la Santa Maria hasta el oscurecer. En razon á estar aquel paraje sembrado de islas y de bajos, el almirante dispuso pasar la noche (que se cerró en agua), á la capa, y al siguiente dia prosiguió el rumbo con viento fresco, reconociendo á eso de las tres de la tarde, á cinco leguas de distancia, de siete á ocho islas, que nombró "de Arena," por la poca profundidad del mar en sus inmediaciones; anclaron, y el Viérnes al despuntar la aurora se inclinaron al SO., prosiguiendo entre ellas. A la otra mañana, un brisote los fué impeliendo hasta la anochecida, en cuya hora se destacó la tierra entre las sombras; pero las carabelas se mantuvieron á cierta distancia. La lluvia caia á torrentes.



III.


En la amanecida del Domingo vió Colon, por la proa de las carabelas, estendida por el horizonte al SO. una tierra, cuyo grandioso aspecto anunciaba mejor un continente que una isla. Las cimas sonrosadas de las alturas y los perfiles violados de las cumbres, delineándose al través de una leve neblina con los primeros rayos del Sol, le recordaron por su