Página:Historia de Cristóbal Colon y de sus viajes - Tomo I (1858).djvu/275

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ella, y al otro dia Martes, reconoció un cabo que llamó de Cuba.

El 14 de Noviembre se alejó al E. para descubrir aquella Babeque, cuyos metales auríferos no cesaban de ponderar los indíjenas, y se halló en un archipiélago nuevo, del que era imposible contar las islas. Eran estas grandes, montañosas y cubiertas de magnífica vejetación; la pureza de la atmósfera y el brillo de las aguas, de las que parecían salir aquellas masas; cautivaban los ojos de Colon que bautizó al mar con el nombre de Nuestra Señora. La hermosura del sitio lo seducía, queria, á pesar de su sed de oro; recorrerlo todo con las chalupas de las carabelas que habian anclado en un magnífico fondo de arena y registrar el grupo que parecía prometer al menos, especerias y piedras preciosas.

El Viérnes 16 de Noviembre, en el momento de saltar Colon en tierra para verificar la toma de posesión en la primera de ellas, en la forma consagrada por su piadosa costumbre, vió en el suelo en un accidente del terreno dos grandes maderos, uno más pequeño que otro, y el menor sobre el mayor, formando una cruz con tanta exactitud, que un carpintero no hubiera podido darle mejores proporciones. Cayó en tierra de rodillas el mensajero del apostolado, dando gracias al Señor por esta nueva bondad, y adoró la Cruz que le había sido providencialmente preparada en aquella isla desconocida, pareciéndole al mismo tiempo que Dios no lo abandonaba, al encontrar anticipados sus deseos en parajes desiertos y sin nombre. Hecho esto, dispuso se terminara afirmándola, y quiso que la erección del sagrado signo tuviera lugar el Domingo siguiente en un sitio de los más aparentes y desnudos de ramaje. Entretanto examinaba los productos del suelo, é hizo buscar á su yente conchas de perlas que se hallaron, pero vacias. Cojiéronse muchos peces extraños, entre otros, uno duro, con la cabeza como de cerdo, cubierto de