Página:Historia de Cristóbal Colon y de sus viajes - Tomo I (1858).djvu/516

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clara al revelador del globo que contempla, en lo que por su mano se opera, un gran designio del todopoderoso.

 "La divina é infalible providencia, dice, mando al gran Tomas de occidente á oriente para promulgar en la India nuestra santa y cotólica ley; y á vos, señor, mando por el lado opuesto, de oriente á occidente, para que, por voluntad divina, llegaseis á alcanzar el oriente, las partes estremas de la India superior, para que los pueblos que no pudieron oir á Tomas conocieran la ley de la salvación y que se cumplieran estas palabras del profeta: ’^Su palabra resonará por toda la tierra" In ommem terram exivit sonus eorum.

 "No creo equivocarme al decir, señor, que vos ejercéis un cargo de apóstol, de embajador de Dios, enviado por los divinos decretos á revelar su santo nombre á las rejiones en que la verdad está desconocida. Y no hubiera tenido nada de estraño, ni fuera contrario á la importancia de vuestra misión, el que un papa ó un cardenal de Roma tomara una parte en vuestros gloriosos trabajos; "pero la gravedad y pesos de sus graneles mandos y la dulzura de su delicado vivir les quita gana de seguir semejante camino. Y es indudable que con un ñn parecido al vuestro, señor, vino á Roma el príncipe de la milicia apostólica, y que sus cooperadores, esos vasos de elecciones! se partieran páralos ámbitos del mundo, estenuándose de cansancio, con las sandalias destrozadas, las túnicas rotas, sus cuerpos aniquilados por los peligros, las privaciones y las fatigas de los viajes, durante los cuales, comieron con harta frecuencia pan de amarguras."[1]

 Don Jaime Ferrer añade en seo-uida al revelador del

  1. Colección diplomática, documentos, apéndice al número LXIII.
     No puede por menos de reconocerse en esta censura de la molicie y regalo del cardenalato bajo Alejandro VI, la rijidez de un puro católico y la libertad de censurar de un espíritu profundo, en medio de una fé sumisa. Obsérvase también que, fuerte con su amor á la Iglesia, no parecía inquietarse lo mas mínimo por la Inquisición.