Página:Historia de Cristóbal Colon y de sus viajes - Tomo I (1858).djvu/539

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deracion lo mataba moralmente pues lo privaba de su ascendiente personal en la escuadra y sobre los malhechores que conducia, y esto era precisamente lo que querían sus enemigos. Y si reprimia por sí mismo la insolencia, aun cuando no hubiera sido mas que con una reprensión, habia en ello bastante motivo para inculparlo de vias de hecho, de violencia de mal carácter y de brutalidad, y por lo mismo, todas las acusaciones del P. Boil, de Pedro Margarit y del comisario Juan de Aguado, acerca de su iracundia y crueldad, quedaban sin réplica probadas.

Este incidente que hizo surjir don Juan de Fonseca fué ampliamente comentado en la corte por él y sus partidarios. Puesto que en el mismo suelo español, en un puerto de los reyes católicos el almirante trataba así á uno de sus oficiales, ¿á cuánto no debia atreverse en las apartadas rejiones en que su autoridad se ejercía sin intervención? Jimeno, el infame esbirro de Fonseca, se tornó en objeto de compasión é ínteres de la corte; dolieron, consolaron al agresor y lo indemnizaron de su desazón, y la conducta del ofendido quedó reprobada por la opinión pública. No estaba allí para volver por su honra el virey; que habia levado anclas, recibiendo por despedida un ultraje, y presintiendo los vituperios que sobre él se lanzarían durante su ausencia.


FIN DEL TOMO PRIMERO.