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HISTORIA DE LA

minas de estaño y quizás de metales tnas preciosos. Navegan en canoas de unos quince pies de largo , tres de ancho y otros tantos de profundidad. Estas embarcaciones, mas vastas, pero me- nos artísticamente hechas que la de los Samoyedos, son de ramillas en- corvadas y enlazadas con tendones de animales y listones de cuero. Las mujeres tienen el penoso cui- dado de remar en el mar, y los hom- bres no las reemplazan sino cuando están rendidas de cansancio. A ellas están también confiadas las ocupa- ciones domésticas, tanto que con un cesto, un palo puntiagudo, y un morral de piel d,e guanaco á la es- palda, van a desprender de las rocas y de los escollos descubiertos por la baja marea , los mariscos de que se compon^ el principal alimento de aquel pueblo. Los Fueguenses, cuyo apetito no se sacia fácilmente , co- men también carne de foca y de ce- táceo , l^ cual se halla atestiguado por la existencia de muchas osamen- tas de aquellos animales en sus ca- banas. El pescado crudo es también para ellos uri gran regalo. En cuan- to á vejetales , tan solo comen bayas de un despreciable arbusto , y un hongo de color amarillo, gordo co- mo una manzauita, y que se cria en gran cantidad en la corteza de las hayas. Lo esterior de esta seta, de una especie particular , presenta una multitud de celdillas profundas, asemejándose en esto á un panal ir- i'egular. Los indíjenas le comen cru- do , cuando por su madurez tiene un sabor algo azucarado, y un olor análogo al moserñon de Jénova. Los oficiales del Beagie tenían razón en parte al acusar á los Fueguenses de canibalismo. Esto se vio confírmado por las declaraciones de algunos de los indíjenas que habían sido con- ducidos á Londres , y que habien- do aprendido la lengua inglesa , die- ron al comandante Fítz-Roy esplica- ciones positivas y circunstanciadas .sobre aquella horrible costumbre : d« aquí es que el mismo Fitz-Roy no titubea en afirmar que los Fueguen- ses son caníbales, y que tii^nen par- ticularmente la costumbre de matar á sus mas viejas mujeres para devo- rarlas cuando temen que les falten víveres. Este rasgo daña á la fisono- mía de aquel pueblo un carácter el mas particular y le distinguirta esenciabnente de las otras naciones de la estremidad meridional de la América. A pesar de este uso, que contrasta con el amor á la familia , sentimien- to muy particular en los Fueguenses, son de jenio muy apacible; y después del primer movimiento de sorpresa, causada por la vista de un estratije- ro , le acpjen bien. Su intelijencia parece muy ilimitada: sin embargo, mas de una observación y partici)- larmente el examen frenolojieo he- cho por un oñcial inglés en muchas de ellas, prueba que son suceptibles de mucha educación. Se sabe muy poco acerca de su reli- jion, suponiendo que tienen una. Es probable quesus creencias se limiten como entre los Patagones á supersti- ciones mas ó menos estra vagantes. Sea lo que se quiera, ningún culto esterior se ha observado en ellos. Tales son los rasgos y los caracte- res distintivos de los Fueguenses en jeneral. La obra de Ring , Fitz-Roy y Darwin , nos dan algunos porme- nores especíales á cada tribu en par- ticular. He aquí cómo divide el pri- mero de estos sabios á los indíjenas de la Tierra del Fuego: La tribu del Yacana-Kunny ha- bita la parte nordeste de aquel vasto grupo de islas; es poco conocida , j se compone, según se cree, de qui- nientos ó seiscientos individuos sin contar los niños. Al otro lado de una alta cadena de montañas, al sudeste de los Yacanas, habita la tribu de los Tekinicas, lla- mada en otro tiempo Kyuhué, In- dios los mas pobres de la Tierra del Fuego. iven en las orillas y cerca- nías del canal del Beagle , y el número de los. jóvenes en esta tribu ascenderá á quinientos. ALoeste, en- tre la rejion occidental del canal de! Beagle y el estrecho de Magallanes , hay una tribu llamada Alijkhoulip , (fue cuenta cerca de cuatrocientos individuos. Las partes centrales del estrecho están nabítadas por 'una