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PATAGONIA.
mogoles arenosos; los tallos del

plantel y las hojas araargasdel tara- xqcum Icpvigatum , de que pudieran hacerse ensaladas tan agradables co- «ip salutíferas. Los frutos de los Per- netia , myrtus y rubus , han sido muy preconizados porBougainville, Pemetty y Gaudichaud; pero como no he visto sino las flores, no puedo decir hasta que punto merecen ser elqjiados. La bena fetuie (Jatuca flíibellatá) porcia cualidada,bundan- cia y largura desús cañas, servirla utilmente en mas de una ocasión ; y le resguardaría de la intemperie del aire , en tanto quü la parte infe- rior del tallo le darla un alimento sano y agradable. El empetrum^ con su fuego chispeante calentarla rápi- damente los tornos ; el chiUotrícum formaría hermosas cercas ; y del ba- charis se haria cerveza como la ha- cen los colonos de Bougainville. Creo igualmente que las tres grandes //-i/- '<;aceaiy macrocYstix communis^ Dur- intlcea utilis y Lessonia flaincans^que tanto abundan en aquellas márjenes, fueran muy propias para beneficiar las tierras yiprepararlas al cuUiyo.En una palabra , la primavera, la viole- ta, suaves y agradables peridicuim y el ciegan le statire^ pudieran ser el ornato de aquellos jardines.»

Los animales domesticados entre nosotros y las que pueblan las quin- tas y camplBas de Europa ,>on muy numerosos en la Soledad y en la isla Falkland é islotes circunvecinos. Al abandonar este archipiélago los Es- pañoles y Franceses, dejaron bueyes, caballos , cerdos , conejos, etc. los cuales se han multiplicado estraordi- nariamente , á pesar de la caza conti- nua de los pescadores y marinos , que tienen en ellos un recurso pre- ciosísimo , lo mismo que las tripula- ciones de los buques que recorren aquellos mares. Así es que no dejan de ir á tocar en las Malvinas para re- frescar los víveres.

La caza de los toros y caballos es muy fácil ; los primeros no huyen nunca de una sola persona ; de ma- nera que se les puede matar á pisto- letazos; pero los cazadores deben te- tier mucho cuidado en mantenerse en línea cerrada para engañar al animal acerca del número de los agresores. Igualmente ha de ten^ cuidado de asestarle á la frente 6 al costado, porque las heridas le enfu- recen , y entonces es muy temible. Los caballos tampoco temen al hom- bre cuando va solo^ pero suelen dis- persarse al estruepuo de un arma de fuego»

No se reduce á efAo la riqueza aai* mal de la isla de la Soledad , pues !^us costas y lagos se hallan pobladas de un número prodijioso de pesca- dos; particularmente en la bahía principal.

Esta se halla situada al oeste de la isla. Los Españoles la dieron el nom- bre de bahía de la Soledad^ y los In- gleses el de UckeleY Sound. Tiene quince millas de lonjitud sobre cua- tro de latitud. A la punta nordeste de la entrada se estiende una sé ríe de arrecifes que por la parte del este se dirijen á una roca cubierta al ni- vel del agua,donde se estrelló en¡1820 la corbeta francesa Urania. Al lado opuesto se distingue la isleta de los Cerdos, llamada así por la abun- dancia de los que en ella se crian.. La bahía, propiamente tal se estien- de hasta los islotes Pingüinos y de los Lobos marinos. La conoa donde se va á parar después de haber pasa- do entre estas dos islas , recibió el ti- tulo de i'odM de Sa/t Luis.


ISLA DE FALKLAND PROPIAMENTE DICHA.


Esta isla es mayor que la de la So- ledad , y sus costas tan desiguales , que es muy difícÜ determinar sus aimensiones : sin embargo , por un cálculo puede decirse que tiene cien millas de este á oeste y setenta de norte á sur.

La príncipal bahía sobre la costa septentrional es la que conduce al Piierto-E^mont. En el fondo de esta bahía fué donde se estableció la co- lonia inglesa para asegurar el domi- nio de la Gran Bretaña sobre la mas vasta de las Malvinas. El sitio ,en que se fundó la ciudad fué muy mal es- cojido , según se ve por las ruinas

que ocupan el reverso meridional de