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PATAGONIA.

cho tiempo con cuatro mariaet'os regresaba cargado de ca^a , pensan*- do eit el gusto que iba á dar á la tri- jjulacion al presentarla las provisio- nes frescfis; ya estaba cerca de la playa é iba á embarcarse en la lan- rha , cuando echó de ver que habia I desaparecido el buque; Atribuyó la I causa á la niebla que se habia le- vantado durante su ausencia , pero por mas aue llamaba nadie respon- i día deciaióse entonces ; á h* reman- do hacia donde habia dejado ancla- do el baque, y llegado al sitio acabó de convencerse de que habia des- aparecido.Los ingleses hablan corta- do efectivamente el cable y tomado el rumbo de Rio Janeiro abando- nando sin piedad á su libertador y á cuatro marineros mas en aquellas reiiones inhospitalarias. El pasmo , la indignación y el do- lor se apoderaron del alma del ca- pitán, i Horrorosa ingratitud ! Con- denar á un largo suplicio á quien les habia acojido con tanta libera- lidad ! Un momento de reflexión hi- zo adivinar al capitat) la cansa del complot ejecutado con tanta cobar- día en ocasión en que habia encar- gado la custodia de su baque á la tripulación estranjera ; conoció ^ue el miedo de ser entregados al gobier- no de los Estados unidos les hizo cometer una acción tan baja y villa- na; y esta idea que los náufragos formaron de él , mas que su horro- rosa posición , hizo que se arrepin- tiera de haber cedido á un impulso de humanidad. ¿Cómo vivirían él y sus cuatro compañeros? Los Ingleses no habían dejado ni víveres ni vestidos , su desnudez era completa , pero la ne- cesidad es madre de la industria. Los huevos de los albatros y algunos mariscos que recocieron en la orilla del mar, les facilitó por unos dias alimento abundante. Luego eúseña- ron á un perro , que por casualidad llevaron consigo, á cazar los cerdos, cuya carne les fué de mucha utili- dad. Plantaron también algunas pa- tatas, que habian sacado del barco para almorzar el dia de la infausta cacería , y al año siguiente recmie- ron una cosecha suficiente para na- PATAGONiA. C Cuaderno .5.) cer provisión de invierno. La piel de las focas que mataron con lai pocas municiones que tenian les sirvió de vestidos. En fin , lograron construir una casita de piedra bastante sólida para resistir á la violencia de los hu- racanes, tan frecuentes en aquellos parajes. No hablaremos de su situa- ción moral , pues harto se puede co- nocer. £1 que padecía mas era Barnard. Los marineros habian olvidado todo respeto v subordinación hacia su amo desde que se vieron abandona- dos con él en aquellas rocas sólita "- rias. Lá autoridad de su jefe se li- mitaba á darles oons^os para sn. propio interés, pero aun así la enf contraron dura, y formaron una liga contra él. El capitán bajaba la cabeza y sufría las hamillacion()K que b hacian pasar sus subordina- dos , haciéndose cargo de que la pa- ciencia y la resignación eran suma- mente necesarias en sit triste y peli- grosa situación. Una noche en que bajo un frivolo pretesto se habian separado de él los cuatro marineros para cazar en otro paraje, no regresaron á la ca- bana á la hora acostumbrada. Vino la noche y Barnard los esperó en . valde. Al amanecer dirijióse con un siniestro presentimiento al sitio donde estaba amarrada la lancha ^ peix> esta habia desaparecido. Co- noció entonces que aquellos misera- bles se habian fugado dejándole abandonado á la suerte. El dolor ^ut esperimentó fué inesplicable, ¡ vién- dose solo, en medio de aquella in- mensa Tebaida, sin mas apoyo que sus fuerzas, ni mas consuelo quo los recuerdos y las oraciones J Los hombres groseros que habian parti- cipado de sus padecimientos le hi- cieron esperimentar cruelmente el peso de su despotismo brutal ; había- se indignado cruelmente contra los tiránicos procederes de aquellos bár- baros,y ahora que se hallaba á solas consigo mismo , ahora que ninguna voz respondía á la suya , echaba d^ menos su presencia. Es preferible, decía, vivir entre enemigos que ha- llarse solo. En efecto , la Soledad e^ un tormento que pocos hombre .