hácia el mar Océano, ó por la parte de Europa ó por la de Asia y de la India, y así dar vuelta y por consiguiente hallar della algunas partes, buscándolas, ó al Poniente ó al Mediodia. Esto parece más clarificarse por lo que dice Strabo en el primer libro de su Cosmographia, conviene á saber, que el Océano cerca toda la tierra y que al Oriente baña la India y al Occidente la España y Mauritania, que es donde agora llamamos Marruecos, tierra de los moros alárabes; y que si la grandeza del Atlántico no lo estorbase se podria navegar de uno á otro por un mismo paralelo: lo mismo repite en el segundo libro Strabo. Atlántico llama cierto monte altísimo que está abajo de Mauritania, del cual se denomina todo ó mucha parte dél mar Océano. Plinio tambien en su libro II, Cap. 111, dice, que el Océano cerca toda la tierra y que su longitud de Oriente á Poniente se cuenta desde la India hasta Cáliz, y en el lib. VI, cap. 31, lo dice con Solino en su Polistor, cap. 68. Stacio Seboso afirma que de las islas Gorgones, que algunos creen ser las de Cabo Verde, aunque yo dudo mucho dello como abajo parecerá, hay navegacion de cuarenta dias por el mar Atlántico hasta las islas Hespérides, que Cristóbal Colon tuvo por cierto que fueron estas Indias. Aristóteles no calló ansimesmo, en un tratado De admirandis in natura auditis, un hecho de los Cartaginenses por el cual queda manifiesta la probable opinion susopuesta; dice ansí: que unos mercaderes de Cartago acaso descubrieron en el mar Atlántico ú Océano una isla de increible fertilidad y abundancia de todas las cosas que nacen de la tierra, copiosa de muchos rios por los cuales podia navegarse, remota de la tierra firme camino de muchos dias de navegacion, no habitada de hombres sino de bestias fieras; los cuales, aficionados á su fertilidad, suavidad y clemencia de aires, se quisieran quedar en ella. Movidos los Cartaginenses con temor que volando la fama de aquella felice tierra á otras naciones, la poblaria otro mayor imperio que el suyo, y ansí se corroborarian en perjuicio de su libertad, todo el Senado de Cartago hicieron edicto y ley pública, que nadie fuese osado de navegar
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