CAPÍTULO CLXVI.
Dejaron estas gentes y vánse la costa abajo, muchas veces saltando en tierra y viendo y conversando diversas gentes, hasta que llegaron á un puerto, en el cual, como entraron, vieron un pueblo sobre el agua fundado como Venecia; en el cual, dice Américo, que habia 20 casas muy grandes de la hechura de las otras, en forma de campana, puestas sobre postes validísimos, á las puertas de las cuales tenian sus puentes levadizas, por los cuales, como por calles, pasaban y andaban de una casa á otra. Los vecinos della, así como vieron los navíos y la gente dellos, á lo que pareció, alzaron luego sus puentes todas, y luego en sus casas se recogieron, y estando los cristianos mirando y admirándose desto, ven venir 12 canoas ó barquillos de los de un madero, llenas de gente que se venian á ellos; y, llegados, páranselos á mirar rodeando los navíos de una parte á otra, maravillados y como pasmados de verlos. Hiciéronles los cristianos señas de amistad y que se viniesen á ellos, no quisieron; vánse los cristianos hácia ellos, pero no quisieron esperar, sino dándose priesa á huir, y con las manos haciendo señas como que los esperasen y volverian, salen de sus canoas y vánse á una sierra, y vuelven con 16 doncellas, y viénense con ellas á los navíos en sus canoas, y poniendo en cada navío cuatro, ofrécenselas, y así de buena amistad, dentro de sus canoas, entrando y saliendo á los navíos, conversaron con ellos. En esto salen de las casas que habian visto mucha gente, y échanse á la mar, nadando veníanse hácia los navíos, y ya que llegaban cerca, páranse ciertas mujeres viejas y dan tantos gritos y voces, hacen tantos clamores, mesábanse los cabellos, mostraban tanto dolor y angustia, que parecia que