CAPÍTULO XX.
Dejemos esta isla en el estado que habemos dicho, y volvamos á tomar la historia del viaje del Almirante, que dejamos. En el cap. 6.º y en el cap. 5.º dijimos cómo partió de junto á este puerto de Sancto Domingo, huyendo de la tempestad grande, que dijo ántes que habia de venir, y se fué á salvar, despues de haber padecido todos sus cuatro navíos gran daño y peligro, de la misma tormenta, que luego sobrevino, al puerto Hermoso, ó Escondido; salido de allí, y tomada la vía del Poniente, fué á dar al puerto de Yaquimo, que él llamaba del Brasil, que está 80 leguas deste de Sancto Domingo. De aquí salió á 14 de Julio, y, queriendo ir hácia la tierra firme, tuvo muchas calmas, que no podia, por falta de viento, andar nada; y acercóse á unas isletas, cerca de la isla de Jamáica, las cuales no tenian agua, pero hicieron unas hoyas, cerca de la mar, y hallaron agua dulce, de la cual tomaron la necesaria para servicio de los cuatro navíos. Crescióle tanto la calma y falta de viento, que las grandes corrientes lo llevaron á cerca de las muchas isletas que están junto á la isla de Cuba, que él llamó, cuando desta isla, el año de 494, fué á descubrir á la de Cuba, el Jardin de la Reina. De allí, haciéndole tiempo, tornó sobre la tierra firme, y, navegando, salieron vientos contrarios y corrientes terribles, á que no podia resistir; anduvo forcejando sesenta dias con grandísima tormenta y agua del cielo, truenos y relámpagos, sin ver sol ni estrellas, que parecia que el mundo se hundia. No pudo ganar de camino, en todos aquellos dias, sino 60 leguas; con esta grande tormenta, y forcejando contra viento y corriente, como los navíos rescibian de la mar y de los vientos, grandes golpes y combates, abríanseles todos; los marineros, de los grandes trabajos y