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Historia

ronlo y robáronle hasta 6.000 castellanos. De allí, ántes que los demas fuesen avisados, llevando aqueste señor preso, van á dar al cacique Tataracherubí é hacen otro tanto, pero escápasele de sus manos; donde tomaron 8.000 pesos de oro, y lo que más pudieron haber á las manos. Robaron y destruyeron otros muchos pueblos, y tomaron mucha gente por esclavos. Rogó á Badajoz el cacique Tabore que lo soltase, y que lo daria por su libertad otros tantos castellanos, y así, rescibidos, lo libertó y dejó volver á su casa. El cacique Tataracherubí acordó de venir de su voluntad, ántes que lo tomasen, para ver tambien si podia fingir alguna cautela para burlarlos, y en su venida trujo tambien su ofrenda de oro, porque ya sabian todos, que sin traer aquello no habian de ser bien allegados. Este fingió que cerca de allí estaba un Cacique llamado Natá, la última luenga, el cual poseia mucha riqueza, y que no tenia gente sino poca, porque era señor de poca tierra, y ménos valor y autoridad; todo ésto para que Badajoz y sus secuaces se descuidasen. Oido ésto, con el ansia de la riqueza (porque el cudicioso todo cree que es oro), creyólo, y envió 30 españoles y á Alonso Perez de la Rua, por Capitan, y hechos sus requerimientos entre sí, media legua de la poblacion, la noche ántes, dan en ellos al cuarto del alba, segun su costumbre ordinaria, y cuando comenzó á rayar el dia viéronse en medio de grandes pueblos, porque era señor aquel muy grande; y porque si atras se tornaran, lo cual hicieran de buena gana por el miedo que cobraron de verse así burlados, paresciéndoles que les fuera más peligroso, cobraron todos nuevo ánimo, y dan en el pueblo principal que estaba descuidado, y no acertaron tan mal que al señor dél luégo no tomaron. Porque como llevaban siempre espías, y los atormentaban porque dijesen la verdad, lo primero que les preguntaban y ellos declaraban, era por los señores y por sus casas, porque de aquellos esperaban más de aprovechar, ó porque se rescatasen, ó porque matándoles, entendian tener mayor seguridad. Preso el señor, creyeron ya estar en salvo y con todo el descuido que pudieran tener en sus casas; dánse solamente