miento destas Indias, siendo el maestro del príncipe D. Juan, en la cual le decia que habia sabido haber descubierto la mar del Sur, y que tuviese por cierto, que si proseguia por el Poniente la tierra hallarian indios de lanza y armaduras de cuerpo, y si corriese hácia el Oriente que toparian grandes riquezas y ganados infinitos. Esta creo yo que es patraña, porque el arzobispo de Sevilla, siendo tan prudente y tan sabio, no podia adevinar lo que nunca leyó, vido ni oyó, ni hombre imaginó de todos los pasados, y no habia de poner su gravedad y autoridad en boca del vulgo, no saliendo como él denunciaba; porque por revelacion tampoco hemos de creer que lo habia alcanzado, porque si así fuera, primero y no á otro sino sólo al Rey Católico, que mucho lo amaba, lo significara. Así que, Vasco Nuñez, despues de robada la isla grande de las Perlas y escandalizada, y quizá muerta y captiva mucha gente della, comenzó á navegar hácia la tierra firme, la vuelta del Oriente, con ciento y tantos hombres, porque los indios que tenian captivos por aquella parte haber mucho oro les señalaban; y ésta fué otra segunda ó tercera nueva ó señal de la grandeza de las riquezas del Perú. Yendo, pues, sobre un puerto que llamaron despues puerto ó punta de Piñas, 25 leguas ó alguna más pasada la punta ó cabo del golfo de Sant Miguel, hallaron gran número de ballenas, que parecian punta ó cabo de peñas que salia gran trecho á la mar; temieron los marineros de se allegar porque venia la noche, y arribaron á otra punta con intencion de, siendo de dia, tornar á su viaje, y porque les hizo el viento contrario, acordó Vasco Nuñez de ir á dar en la tierra del cacique Chucama, por vengar los españoles que allí habian muerto á Gaspar de Morales, de que se hizo mencion arriba en el capítulo 64. Salieron las gentes de allí á resistillos, pero como siempre ha de caer sobre ellos la mala ventura, como en gente desnuda, sólo dan de sí muestra que si fuesen armados y las armas tales como las nuestras, otro gallo, para su natural defensa y contra nuestra injusticia, les cantaria; así que, muertos muchos dellos, los vivos pusiéronse en huida. Anduvo