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de las Indias.

indios en sus casas pacíficos, no cesaban de les hacer agravios y escandalizallos, tomándoles esa laceria que tenian, no contentándose con lo que de su voluntad los indios daban, y algunos, pasando más adelante, andaban tras las mujeres y las hijas, porque ésta es y ha sido siempre la ordinaria y comun costumbre de los españoles en estas Indias, ordenó el capitan Narvaez, por persuasion del dicho Padre, que despues que el dicho Padre hobiese apartado todos los vecinos del pueblo á la mitad de las casas dél, dejando la otra mitad vacía para é aposento de los españoles, ninguno fuese osado de ir á la parte del pueblo donde los indios estaban recogidos y allegados; para lo cual se iba delante con tres ó cuatro hombres el Padre, y, llegado al pueblo, cuando la gente llegaba ya tenia los indios á una parte del pueblo recogidos, y la otra parte desembarazada. Por esta vía, y porque vian los indios que el Padre hacia por ellos defendiéndolos y halagándolos, y tambien baptizando los niños, en lo cual les parecia que tenia más imperio y auctoridad que los demas, cobró mucha estima y crédito en toda la isla para con los indios, allende que, como á sus sacerdotes, ó hechiceros, ó profetas, ó médicos, que todo era uno, lo reverenciaban; por este crédito y auctoridad que habia entre ellos cobrado no era menester ir delante, sino enviar un indio con un papel viejo, puesto en una vara, enviándoles á decir con el mensajero que aquellas cartas decian ésto y ésto, conviene á saber, que estuviesen todos quietos y ninguno se absentase porque no se les haria mal ni daño, y que tuviesen de comer aparejado para los cristianos, y los niños para baptizar, ó que se recogiesen á una parte del pueblo, y todo lo que parecia envialles á avisar, y que si no lo hacian, que se enojaria el Padre, y ésta era la mayor amenaza que se les podia enviar. Ellos lo hacian todo de muy buena voluntad, segun su posibilidad, y era grande la reverencia y temor que tenian á las cartas, porque vian que por ellas se sabia lo que se hacia en otras partes absentes; parecíales más que milagro, y así mucho dellas se maravillaban. Pasaron así algunos pueblos de aquella provincia por el camino que llevaban, y porque la