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de las Indias.

CAPÍTULO CXIII.


Visto por los españoles ser todos aquestos rescates y conmutaciones señales de haber en aquella tierra mucha cantidad de oro, y la gente della tan pacífica, franca y liberal, y por consiguiente, haber grande aparejo para henchir las bolsas y ser ricos señores á tan poca costa, comenzaron á renovar el clamor que en la tierra de Yucatán habian comenzado diciendo á su capitan Grijalva, con gran importunidad y murmurio, que pues Dios les mostraba tierra tan rica y gente tan bien acondicionada, donde fuesen bienaventurados, tuviese por bien de que allí poblasen, y en un navío de aquellos cuatro hiciesen saber á Diego Velazquez su bienandanza, enviándole todo el oro y joyas que habian rescatado, para que les enviase más gente y rescates, y armas, y otras cosas, para su poblacion necesarias; ofreciéndose todos á que lo ternia por bueno Diego Velazquez, no embargante que por la instruccion que le habia dado trujese prohibido que no poblase, sino que descubriese y rescatase. Juan de Grijalva, era de tal condicion de su natural, que no hiciera, cuanto á la obediencia y aún cuanto á humildad y otras buenas propiedades, mal fraile, y por esta causa, si se juntaran todos los del mundo, no quebrantara por su voluntad de un punto ni una letra de lo que por la instruccion se le mandaba, aunque supiera que lo habian de hacer tajadas. Yo lo cognoscí é conversé harto, y entendí siempre dél ser á virtud y obediencia y buenas costumbres inclinado, y muy subjeto á lo que los mayores le mandasen. Así que, por más ruegos, requirimientos, y razones importunas que le hicieron y representaron, no pudieron con él que poblase, alegando que lo traia prohibido por el que le habia enviado, y que no para más de des