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de las Indias.

pero es menester para ésto que seais más en número de los que sois, porque habeis de tener pendencia con grandes Reyes, que con mucho esfuerzo y rigor defienden sus tierras, y entre aquellos habeis de topar, primero con el rey Tubanamá (la última aguda), que abunda deste oro que teneis por riquezas, y dista desta nuestra tierra, de andadura, obra de seis soles,» (que son seis dias), y señalaba entónces hácia la mar del Sur, que es al Mediodia, con el dedo, la cual decia que verian pasando ciertas sierras, donde navegaban otras gentes con navíos ó barcos poco ménos que los nuestros, con velas y remos; pasado aquel mar, eso mismo añidia, que hallarian de oro gran riqueza, y que tenian grandes vasos de oro en que comian y bebian, y porque habia entendido de los nuestros que habia gran cantidad de hierro en España, de que se hacian las espadas, significaba haber más oro que hierro en Vizcaya, de lo cual, parece que tenian estas gentes de aquella parte de tierra firme, hácia el Darien, y éstos que estaban la costa abajo 30 leguas, mucha noticia de las gentes y riqueza del Perú, y de las balsas en que navegaban con remos y con velas. Y éste fué el primer indicio que se comenzó á manifestar y á tener de aquella grande tierra; y porque tenian nuevas de la grandeza de aquellos reinos y del mucho poder de los Reyes dellos, añidió aquel prudente mancebo, que habian menester ser los cristianos 1.000 para ir á acometellos; ofrecióse tambien el mozo á ir con los españoles, y á ayudalles con la gente de su padre. Eran intérpretes desta plática los dos españoles que se habian huido de Nicuesa y vivido con el cacique Careta. Oidas por Vasco Nuñez y por su compañía tales nuevas, no pecaremos si dijésemos ó juzgásemos haber rescibido inestimable alegría, y áun quizás llorado de placer, como suelen algunas veces los hombres que mucho desean una cosa, si la ven ó tiene esperanza propincua de vella.