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»La casa del Porche, harto conocida desde este dia, fué el punto que señaló Vidal para tan imprudente reunion, promovida sin duda más bien por la desesperacion, que por el arrojo que tanto le caracterizaba. Vidal se expresó en aquella asamblea con toda la exaltacion que le había conducido á aquel delicado paso. Como de su arenga á la ejecución sólo mediaban ya minutos, en la efervescencia natural de todos, nadie notó ni el semblante ni la repentina ausencia de un individuo, á quien el cuadro heróico que Vidal y su reunion presentaban, en vez de electrizarle, le habian infundido acaso repentina ó estudiadamente la cobarde idea de revelar al enemigo todo cuanto en aquel acto veía.

»Era tal la ignorancia en que estaba Elio de todo cuanto se pasaba dentro de los muros de la ciudad en aquella crisis, que costó algun trabajo al infame delator (N. Padilla, cabo ó sargento del regimiento de la Reina) persuadirle del riesgo que amenazaba á su odiosa autoridad. No obstante, haciendose guiar Elío por el tal Padilla, y seguido de una docena de miñones ó migueletes, que formaban su guardia favorita, se dirigió hácia la casa del Porche, en donde se mantuvo observando lo que interiormente podia su vista alcanzar,

»Vidal bajaba ya los primeros escalones de la casa cuando volvió hacia él uno de los que le precedian, acelerándose á darle cuenta de la patrulla sospechosa con que acababa de tropezar á la salida del jardin. Vidal, impelido por su natural intrepidez, sin llamar en su ayuda persona alguna de los que se hallaban en el interior de la casa, se adelantó inmediatamente al portal, y al descubrir la actitud hostil de la gente sospechosa, que el quiso por sí mismo reconocer, salió de entre aquel grupo una voz, que no le era desconocida:—«Mi general, éste, éste es el coronel Vidal.» Vidal, reconociéndose vendido, tiró del sable, arrojándose sobre los que cubrian ya la puerta; pero detenido el golpe en el marco de ella, dió lugar á Elío, que se hallaba á su derecha, para aprovechar uno de los movimientos descompuestos de Vidal, el cual recibió por la espalda la estocada (1)

La casa fue cercada, segun allí se dice, por dos compañias del regimiento de la Reina; pero como los soldados de éste se hallaban comprometidos en la conspiracion, dejaron. escapar á varios.

«A las ocho de la mañana, prosigue Van-Halen, se decidió por fin Elío á registrar la casa del Porche, y atravesando la escalera tropezó con el cadáver de un capitan del regi-

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(1) Esto de la herida por la espalda. atacando Vidal de frente o estando Elio fuera de la casa, hay que juntarlo con la hazaña del cazador andaluz, que de un balazo hirió al ciervo en el trasero y en la frente.