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«No hay un catalan que ignore los atroces delitos cometidos por este perverso. De una condicion miserable llegó á la opulencia por los medios más viles, con la introducción del contrabando, desfalcando los reales intereses, comprometiendo la salud pública, y llegando al extremo de dar muerte violenta en su misma casa, en Reus, á un dependiente del resguardo en el acto de cumplir con sus deberes. No contento con esto, tuvo parte en la trama intentada en 1817 (la de Lacy). En 1820 tomó parte aún más activa en la revolucion ocurrida en Tarragona para aclamar la llamada Constitucion el 9 de Marzo, antes de conocerse el decreto de 7 del mismo. Posteriormente fue capitan de migueletes, y cometió con su compañía toda clase de tropelías y atrocidades, hasta el extremo de robar las iglesias y derramar las sagradas Formas, cómplice además en el asesinato de un sacerdote y otros. Ultimamente ha sido convicto de haber fomentado la conspiracion , seducido con dinero á refugiados españoles para entrar, con el titulo de Union española á renovar la anarquía de 1820, por cuyo delito ha sido condenado.»

El Sr. Castillo, en su Ciudadela inquisitorial de Barcelona (pág. 101, nota ".), niega estos hechos de Pep Morcaire. Por mi parte fio poco en las afirmaciones ni en las negaciones de aquél escritor apasionado, de cuyo folleto copió mucho el autor anónimo de la Historia de la vida y reinado de Fernando VII (1).

Cinco meses despues tuvo lugar la tercera ejecucion en 30 de Julio de 1829. En ella perecieron D. Pedro Mir, Domingo Prats, Manuel Lopez, D. Antonio de Haro, D. Juan Crotet, Salvador de Mata, Manuel Sancho, Manuel Latorre y Pando, y Antonio Vendrell ; cuatro de los cuales fueron, segun costumbre, colgados en la horca...

Resulta, pues, que el conde de España fusiló treinta y seis liberales catalanes en el espacio de nueve meses previa formacion de causa y consejo do guerra. Más fusiló en una tarde el virtuoso O Donnell de resultas de los sucesos del 22 de Junio, y con más breves procedimientos. Además de aquellos treinta y seis fusilados, fueron condenados á presidio cuarenta y cinco más, y conducidos á Ceuta : algunos de ellos lograron escapar más adelante.

Es de rigor, al referir estos fusilamientos, y los que siguieron á ellos, hacer una descripcion terrorífica del horror que causaban en Barcelona, del estampido del cañon de la