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Alguna más tiene la de los machines de Guipúzcoa, en 1766, y hácia la época del motin contra Esquilache. Tambien de esto se quiso sacar partido contra los Jesuitas, suponiéndolos causantes, ó por lo ménos instigadores de todos los motines qué por entónces hubo en España, hijos en su mayor parte de la rapacidad de Esquilache y sus allegados, y de los intendentes puestos por él en casi todas las provincias, que robaban y cohechaban con el mayor cinismo y la más irritante tiranía.

El abate Hermoso, o quien quiera que sea el autor del Juicio imparcial antes citado, vindica tambien á los Jesuitas de este cargo, y dice de aquellos sediciosos lo siguiente:

«Los machines de Guipúzcoa, por hambre y escasez, irritados contra sus mismos paisanos, á quienes consideraban en la abundancia, hicieron este entremés ó farsa, que corre impreso á nombre de la victoriosa villa de Vergara: lo mismo fué este motin que sus carricadanzas, que de todo tienen ménos de danzas. Se emborrachaban á costa de sus paisanos, comian, venian de lugar en lugar, y de caserío en caserío, querian que todos fuesen iguales, que los clérigos no lo comiesen todo, y aquí dió fin el alboroto de Guipúzcoa.»

Las frases en que se encierra el objeto de aquella machinada, de la cual habla el Español ilustrado con su habitual y ruda franqueza; son notables: «Querian que todos fuesen iguales, y que los clérigos no lo comiesen todo.» A la verdad, estás ideas igualitarias y niveladoras no han sido inculpadas á los Jesuitas, que no han tenido entre sus símbolos el nivel y la escuadra, ni han sido desamortizadores. Otras manos muy distintas de las de los Jesuitas se traslucen en la agitacion de los machines.

Sospéchase que la masonería existia ya en las Provincias Vascongadas, y sobre todo en Bilbao y San Sebastian, como en Cádiz, Barcelona, Coruña y demás puertos de mar; y el contagio se extendia del comercio y la marina á los capitalistas, letrados y personas allegadas á aquellas clases, aunque en pequeña escala, pues la francmasonería, con sus apariencias de ilustracion y beneficencia, conservaba cierto carácter aristocrático al estilo volteriáno, si bien se dejaba ya entrever la tendencia política á que la empujaron con mayor violencia la seudofilosofía alemana y la revolucion francesa.

Algo de esto se dejó traslucir en las reuniones habidas en Azcoitia y Vergara, desde 1765 en adelante, de las cuales resultó la creación de la Sociedad vascongada de Amigos del país. No hay pruebas para asegurar que aquella asamblea (así la llamaban) fuese una reunion masónica; pero si bien se examina el lenguaje que allí se usaba, las ideas que