Página:Historia de un amor turbio - Los perseguidos (1908).pdf/207

De Wikisource, la biblioteca libre.
Esta página no ha sido corregida
207
Los perseguidos

LOS PERSEQUIDOS 207 —Muy bien—me respondió en igual tono.

Y nos sonreímos de nuevo.

Desde que comenzáramos á hablar yo había perdido los turbios centelleos de alegría de minutos anteriores. Estaba tranquilo otra vez; eso sí, lleno de ternura con Díaz Vélez.

Creo que nunca he mirado á nadie con más cariño que á él en esa ocasión.

—Esperaba el tramway?

—Sí—afirmó mirando la hora. Al bajar la cabeza al reloj, vi rápidamente que la punta de la nariz le llegaba al borde del labio superior. Irradióme desde el corazón un ardiente cariño por Díaz.

—No quiere que tomemos café? Hace un sol maravilloso... Suponiendo que haya comido ya y no tenga urgencia...

—Sí, no, ninguna—contestóme con voz distraida mirando á lo lejos de la vía.

Volvimos. Posiblemente no me acompañó con decidida buena voluntad. Yo lo deseaba