Página:Historia de un amor turbio - Los perseguidos (1908).pdf/221

De Wikisource, la biblioteca libre.
Esta página no ha sido corregida
221
Los perseguidos

siones de costumbre. Todo estaba en pleno silencio.

Sabido es que basta repetirse en voz alta cinco ó siete veces una palabra para perderle todo sentido y verla convertida en un vocablo nuevo y absolutamente incomprensible.

Eso me pasó. Yo estaba solo, solo, so—lo...

Qué quiere decir solo? Y al levantar los ojos á la pieza vi un hombre asomado apenas á la puerta, que me miraba.

Dejé un instante de respirar. Yo conocía eso ya, y sabía que tras ese comienzo no está lejos el erizamiento del pelo. Bajé la vista, prosiguiendo mi carta, pero vi de reojo que el hombre acababa de asomarse otra vez. No era nada, nada! lo sabía bien. Pero no pude contenerme y miré bruscamente.

Había mirado: luego estaba perdido.

Y todo era obra de Díaz; me había sobreexcitado con sus estúpidas persecuciones y lo estaba pagando. Simulé olvidarme y con-