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Historia de un amor turbio

cuando la pregunta es dolorosa á fuerza de evidencia:

—Sí, sí.....

—Y te casarás conmigo?

No respondió, pero unió más su cara á la de él, estremecida. Sus ojos, llenos de lágrimas, contaron á la luna lejana esa insuperable dicha que nunca, nunca había de llegar!

No hablaba ya, abrazándole siempre y con su mejilla húmeda apretada á la de él.

Rohan no sabia qué hacer. ¿Qué decirle?

Sentíase un poco en ridículo, hasta que la voz de Mercedes lo llamó adentro. Habia concluído la música y era imperdonable que un hombre bien educado, como había cierta presunción para creerlo en Rohan, hiciera tan mezquino caso de sus amigas que querian distraerlo.

—No, ola todo. Muy bien, Lola. Lástima grande que, cuando vuelva, ya no la oiré.

—Por qué?