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Historia de un amor turbio

so que no vea más allá de lo que he dicho.

Me acordé no sé por qué, un recuerdo, qué sé yo! Supongo que no creeră que hablé de eso como un reproche. Lo que lamento—concluyó alterado—es haberme acordado estúpidamente de eso!

Se había levantado, paseándose con las manos en los bolsillos. Pero los dedos le cosquilleaban demasiado para tenerlos inmóviles.

Cada vez que pasaba frente á la vitrina, se detenía un momento, hacía girar dos ó tres chucherías, para recomenzar á la vuelta siguiente.

—Vd. no creerá que lo odio—rompió de pronto Eglé con una sonrisa forzada..

—No, no es eso; bien lo sabe!

En ese momento Mercedes entró de la calle, abriendo precipitadamente la puerta y dejándola así.

—Rohan, lo que he visto! Y mamá? Pronto, el té, me muero de hambre de hambre, Rohan!