} t —Qué horror, Rohan! Tiene un semblante atroz. Pasó mala noche, no? Pero es posible que tenga frío con este día?—añadió, fijándose en el sobretodo. Bájese el cuello, por lo menos! concluyó riendo.
} Pero Rohan tenía demasiada experiencia de sus fríos para condescender con la maternal solicitud; ni aún sacó la mano de los bolsillos. Tuvo que irse, fastidiado de su fracaso.
67 estaban; habían ido después de almorzar á la quinta, á arreglar un poco aquello. Tuvo que resignarse á perder un cuarto de hora con la madre.
E Pasaron luego ocho días malos. Al fin, repuesto, fué á Constitución, tomó el tren de las cinco y ocho, y los veinticinco minutos pareciéronle sobremanera largos. Dos ó tres veces miró inquieto el sol, temiendo llegar demasiado tarde. Quería verla en plena luz, ver bien sus ojos, con el ligero fruncimiento
